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Los Rompehielos: Historias de Amor, Honestidad, Inclusión, Coraje y Conexión.

La Maestra Rompehielos

Soy mamá, maestra y estudiante de la vida.

Lo que me ayuda a vivir en estos tiempos de oscuridad es la lente a través de la cual veo: centrarme en lo positivo. A pesar de nuestra situación actual, con nuestra gobernadora y esta administración, y el severo resurgimiento de leyes antimigratorias, el hielo —ICE— ha dejado momentos de incertidumbre y temor.

Cada estudiante es diferente y cada familia es afectada de manera distinta, pero todos, en conjunto, hemos sido impactados. Mis estudiantes son seres que viven, que palpitan, y que han sido tocados por el miedo. Ese miedo ha resurgido: temor de salir a la calle, de ir a la escuela, de tener que hacerse responsables por su familia. Algunos incluso han perdido a sus padres.

Además, esto ha desencadenado en mí momentos traumáticos: una de mis primeras memorias de infancia, cuando tenía cuatro años. Recuerdo el terror de correr con otros niños entre los campos de fresas en California, perseguidos por la migra.

Nací en California y, a los cuatro años, no podía entender lo que pasaba. Me preguntaba:
¿Hay algo malo aquí?
¿Me pasa algo?
¿De qué tenemos que huir?
¿Por qué nos persiguen?
¿Soy una mala persona?

Como nunca obtuve respuestas de niña, hoy quiero dárselas a mis estudiantes. No quiero que ellos piensen que son malos por ser méxico-americanos.

Como maestra, creo espacios seguros para hablar de lo que está ocurriendo. Espacios donde puedan llorar y procesar lo que les pasa a ellos y a sus familias. Hacemos círculos para escribir, hablar, reflexionar, y normalizar el llanto, porque así como reír, llorar también es un sentimiento que debe expresarse.

Les ayudo a sentir sus emociones y aceptar lo que están viviendo, para que lo puedan procesar y no lo escondan debajo de la alfombra. Para que puedan seguir disfrutando de su niñez.

Creo espacios donde mis estudiantes conocen su historia, un lugar seguro donde pueden hablar en español, en su lengua materna, donde pueden compartir su cultura, su herencia y lo que les apasiona.

En estos tiempos grises, me gusta transmitir la esperanza que me dieron mis padres. Mi trabajo en el salón de clases es un legado de ellos, especialmente de mi madre, que falleció hace tres años. Ellos me inculcaron una fe que ahora yo comparto con mis estudiantes, junto con el espíritu de lucha por alcanzar una educación.


Mis padres eran campesinos, recolectores de fresas en California. Yo crecí entre esos campos. Cada vez que respiro el aroma de una fresa, me transporta a mi niñez y a esos días bajo el sol, pisando fresas. Mis papás trabajaban muy duro y, aunque estaban cansados, se dividían las tareas domésticas para tener tiempo con nosotros: contarnos cuentos, llevarnos a la biblioteca. Aunque éramos pobres, su mejor regalo fue el tiempo. Nunca me sentí pobre ni sola; siempre nos brindaron amor. Mi papá, aunque no estudió, siempre leía y me decía:

 “Tus manos no nacieron para pizcar fresas, nacieron para teclear en la computadora.”

La educación es un privilegio. Muchos de mis compañeros latinos e inmigrantes en Perry, Iowa, trabajan en las empacadoras de carne por la noche y llegan temprano a la escuela. Poder graduarse de la preparatoria es un gran logro; para mí lo fue. Mis papás me dieron mi educación con su trabajo duro, me dieron su fe y su espíritu de lucha, y eso me sacó adelante.

Ahora mi hija está por graduarse. La fe y la lucha de mi mamá, de mis abuelas, de mujeres que no pudieron ir a la escuela, ahora está germinando. Somos semillas que brotan con el calor de nuestra fe, la fe de generaciones.

Tenemos que romper estereotipos a través de nuestras acciones. Estar presentes en espacios donde no nos esperan, en lugares donde no se ven muchos latinos. La ventaja de ser bicultural es tener acceso a la información desde distintos puntos de vista, lo que nos permite aprender de muchas formas. Debemos romper el hielo compartiendo nuestras perspectivas, ofreciendo nuestro servicio en espacios donde no hay latinos, para tener la oportunidad de crear lazos, compartir nuestras experiencias, y tejer puentes mediante el servicio comunitario.

Porque juntos, estamos tejiendo una cobija para refugiarnos del frío intenso del hielo.

 “Porque juntos, estamos tejiendo una cobija para refugiarnos del frío intenso del hielo.”

Recuerdo el terror de correr con otros niños entre los campos de fresas en California, perseguidos por la migra.

Nací en California y, a los cuatro años, no podía entender lo que pasaba. Me preguntaba:


¿Hay algo malo aquí?
¿Me pasa algo?
¿De qué tenemos que huir?
¿Por qué nos persiguen?
¿Soy una mala persona?

Cómo se siente la Profesora Rompehielos sobre Iowa Nice

En una escala de 0 a 10 ¿Cuánta confianza tienes de qué Iowa será agradable nuevamente? donde 0 es no creo que se logre y 10 seguro de que se logre.

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